martes, 4 de diciembre de 2012

Un reino bajo la luna



Wes Anderson, continúa con matices anacrónicos en una búsqueda sobre la explicación de sensaciones como la soledad, el hastió y los trastornos colectivos, quedando al final de cuentas relegados por lo estético en la utilería manejada en la cinta. Sam y Suzy fugan mientras media isla esta tras sus pasos. Sam, explorador desertor y huérfano, será llevado a un orfanato. Suzy regresará a la casa de sus padres quienes tienen que consultar libros de autoayuda para llevar una relación con ella.

Personajes extraños que van convirtiéndose en muñecos que representan una realidad forzada por la puesta en escena. Ideas que se distorsionan (aventura, romance) por el estilo del director.Protagonistas niños que tienen la inteligencia, templanza y madurez que en los adultos es ausente. Chicos que como primer efecto, consiguen que la pregunta sea: ¿Qué le pasa por la cabeza a cualquiera cuando se tiene una docena de años encima?
Una cinta divertida, contada por cada uno de los elementos: el sombrero de piel, el tocadiscos, los binoculares, los zapatos dominicales. Entretenida con sus historias, sus ironías. Envolvente con los diálogos opacos y mesurados, carentes de vehemencia. Sublime con la compañía de Francoise Hardy como preámbulo de un beso.
MoonriseKingdom, es una proyección a futuro de lo que sus protagonistas deciden tener, un anhelo de recuperación de tranquilidad y alejamiento de la frustración presente en todos los adultos que persiguen a los amantes fugitivos, una broma de lo que los verdaderos amantes consiguen al quebrantar las reglas, una equivocada explicación sobre moralidad, un guiño a lo que no sucede pero que es posible con Wes Anderson y su manierismo.

Por Jhon Pizarro Taipe.